Gracias Papa Francisco por recordarnos que somos peregrinos y que este caminar nos lleva con nuestro Dios y Señor.
En una reciente columna publicada en el diario Encuentro de la Arquidiócesis de Santiago, el Padre Francisco Llanca, Capellán General de Duoc UC, nos invita a reflexionar sobre nuestra vida como un camino de peregrinación. Bajo el título “Como peregrinos”, nos recuerda que, al igual que plantea el Santo Padre, no estamos llamados a quedarnos quietos, sino a caminar con otros, con esperanza y con la mirada puesta en el bien común. Una reflexión que interpela especialmente a los jóvenes de nuestra comunidad universitaria, llamados a vivir su fe con alegría, compromiso y sentido de misión.
“La partida del Papa Francisco, en este tiempo de Pascua, nos ha tomado por sorpresa a todos. Sin duda, su partida a la Casa del Padre —de un Papa que muchos hemos conocido de lejos, de cerca o de muy cerca, nos interpela profundamente. Por eso, resuena con fuerza lo que él decía a los jóvenes en la JMJ de Cracovia, en 2016: “Toda nuestra vida es una peregrinación, un camino. Incluso Dios es peregrino con su pueblo.”
Estas palabras me llevan a recordar aquellas peregrinaciones que me tocó vivir de cerca, que no solo implicaron un recorrido físico, sino también espiritual. Me detengo en las JMJ en las en que participé, como Vicario de la Esperanza Joven y como Capellán de Duoc UC, experiencias que fueron profundamente transformadoras para todos los que llegamos allí. Y no solo en el momento mismo. Implicaron todo un trabajo previo, la preparación de los jóvenes, la oración y el apoyo de las comunidades. Incluso los momentos compartidos y las complicaciones encontradas nos mostraron caminos para descubrir al Señor Jesús en nuestras vidas y peregrinar junto a Él.
Hay vivencias que nos marcan, y nos hacen retomar nuestras vidas de manera distinta, eso es lo que he visto y vivido cada vez que el Señor me ha llevado a convertirme en peregrino. Son una instancia en que comprendemos que Dios nos anima en el cariño, la fraternidad y, especialmente, en el centro de nuestra fe: la Eucaristía, la Confesión, la Adoración. ¿Quién podría quedar indiferente ante la adoración a Jesús Sacramentado en Lisboa, cuando millones de jóvenes permanecieron en un silencio conmovedor? Ese momento, sin duda, tocó el corazón.
Los elementos concretos de una peregrinación mueven a nuestras comunidades —parroquiales y educativas— a salir al encuentro. Esa experiencia ayuda a comprender las palabras del Papa Francisco, pronunciadas el 26 de octubre de 2016: “Ser peregrino significa sentirnos llamados, impulsados a caminar, a salir de nosotros mismos, dejándonos sorprender por Dios y por los demás.”
Sin duda, el Papa —como peregrino— vivió esto profundamente. La misma experiencia religiosa es un peregrinar hacia Dios y es a eso a lo que nos animaba. Uno, como peregrino puede dar testimonio. En los actos masivos impulsaba al mundo juvenil —y no tan juvenil— con sus frases como “Hagan lío”, “No se queden en el sofá”, “Ustedes son originales, Dios los quiere como son”, y tantas otras. Había un constante llamado a no detenerse, a recorrer activamente la vida y la búsqueda de Dios, a vivir el Evangelio con autenticidad.
Haber podido saludar de manos, como peregrino, a un Papa en dos ocasiones es un honor, pero también una responsabilidad. Implica dar testimonio como bautizados, desde el propio ministerio, de aquello que se nos pidió: mostrar el rostro del Señor Jesús con un lenguaje fresco, con bondad, ternura y creatividad. Es un bello desafío, que no se limita a la emoción del momento —aunque conmueve el corazón—, sino que conlleva la tarea concreta de construir comunidad, compartir, escuchar y superar el egoísmo. Así nos lo recordaba siempre nuestro querido Papa, con mensajes directos y claros, para que en la peregrinación de nuestra vida y en nuestras peregrinaciones concretas, tengamos siempre esa oportunidad de encuentro: con Dios, con uno mismo y con los demás.
La pena ante la partida de alguien que conocimos siempre es grande. Pero lo es aún más cuando ese alguien fue cercano, física o espiritualmente. Gracias, Papa Francisco, por recordarnos que somos peregrinos, y que este caminar —con sus cruces, luces y silencios— nos lleva al encuentro con nuestro Dios y Señor.
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